Tuesday, July 26, 2005

Horterada...Mmm... Nacional?



Es obligación de un buen turista no volver a casa con las manos vacías. Deben justificar que han estado de vacaciones fuera de su lugar deorigen, y los souvenirs se convierten en la mejor prueba de su periplo, además de ser el regalo más recurrente para obsequiar a familiares y amigos. En Vigo recalan turistas venidos de toda España y parte del extranjero. Y los mercadillos del puerto se convierten en el objetivo indiscriminado de los viajeros en busca de un recuerdo que certifique que se "han dejado caer" por la ciudad olívica.El typical spanish está a la orden del día. "Trajes de sevillanas, mantones de manila, castañuelas, toros, abanicos...son los productos más demandados", asegura María Aboy, comerciante de uno de los puestos de souvenirs. Y aunque los vendedores se sorprenden cuando les piden productos tan "lejanos" a la cultura gallega, apuntan que normalmente son los cruceristas los que solicitan este tipo de regalos. "Para ellos esto no es Galicia, es España, y por lo tanto demandan lo que conocen", explica Esther López, vendedora de una de las tiendas de la estación de ría. La situación cambia cuando el turista procede del resto de España. Del typical spanish se pasa al made in Vigo. Camisetas, mecheros, dedales, abridores, gorras, piezas de porcelana y un largo etcétera, "pero siempre con el nombre de Vigo a la vista", explica Camila Fernández, una veterana vendedora que se queja de que ahora el turista no se gasta mucho dinero en este tipo de recuerdos. "Nada de cosas de calidad, pequeñas "tonterías" y que no les supongan más de 30 euros", apuntaba Camila Fernández. Cuando el regalo es para uno mismo, "ahí no escatiman en gastos, mientras que si es para regalar, ya reducen el presupuesto", decía Esther López.Al hilo de la cultura gallega, los horreos, collares de conchas y las figuras de "meigas" son los otros protagonistas. "Ellos ven las brujas y no saben que significan, pero una vez que se les explica la tradición de las "meigas", nos las quitan de las manos", decía María Aboy.

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